sábado, 20 de noviembre de 2010

El principio


Noticia que salió en un periódico sobre el abuelo de Santiago en 1917

Cuando era niño leía con avidez El Mundo Ilustrado.  Era  una enciclopedia editada en 1880 de la que yo heredé  tres voluminosos tomos,  que  mi padre había heredado a su vez de su padre. Un mundo en blanco y negro  en el que excepcionalmente aparece alguna lámina, como fuera de lugar, en colores acuarelas, ya que todos los dibujos están hechos a plumilla con tinta china negra. Los relatos de Enrique M. Stanley, o de Luciano Biart  trasladaban mi imaginación a otros países, a otros mundos; ellos  me decían que no somos el ombligo del mundo... que hay otros muchos  mundos paralelos que conviven en el tiempo junto al nuestro. Leía, me aprendía capítulos casi de memoria.... y soñaba. Las personas mayores se decían: -este niño es un soñador siempre pensando en grandes viajes, en grandes aventuras; utopías ¡bah! Cuando sea mayor se le curará ese acné viajero-. Cuando con los años alcancé el título de mayor se me diagnosticó la enfermedad del “Culo de mal asiento”, pero que con una dosis de madurez de años la enfermedad remitiría de forma irreversible.
 Largamente superada la cincuentena, aún no me he curado, es más, por los síntomas diría que mi pertinaz enfermedad se ha agravado. Estoy llegando a la conclusión de que la enfermedad viajera es incurable; pero me temo aún algo  peor: creo que el mal  es contagioso, así que tengan  mucho cuidado...

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